Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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Nota: estas letras fueron publicadas en Diario de Navarra, edición Tierra Estella, los días 13 y 14 de agosto de 2004. Para más opinión sobre las Fiestas, ver "Apuntes sobre las Fiestas...", "Por unas Fiestas mejores", Una aportación a las Fiestas" y "Las Fiestas de la simpatía...", todo ello en la sección "Varios" de los escritos de esta web.

Fiestas de Estella (I)

Pasadas las Fiestas suele ser habitual que la mayoría de los estelleses nos sintamos satisfechos, consideremos que han sido muy buenas, si no las mejores, y esperemos confiados la llegada de las próximas, que también, a no dudarlo, serán insuperables. Sin ánimo de aguar tanto entusiasmo, con estas letras, aún a riesgo de repetir lo que he dicho en ocasiones anteriores, me propongo hacer una crítica constructiva, señalar los aspectos que me parecen mejorables, y proponer algún cambio que probablemente caerá en saco roto, aunque eso no evitará que siga opinando.

A la vista está que una positiva y entusiasta valoración es compatible con el lamento de considerar que los llamados "actos populares" ya no son lo que eran, ni de que, a pesar de las llamadas a la participación, tampoco mejora la asistencia. Esta contradicción se debe a que no nos damos cuenta de que las Fiestas están en permanente renovación, adaptándose a la forma en que cada generación las vive, y que, aunque haya puntos de coincidencia, es muy diferente la forma de disfrutar que tenemos los adultos y los jóvenes, por lo que se puede decir que son dos las Fiestas que coinciden en el espacio y en el tiempo. Esta circunstancia no es negativa, pues su vitalidad depende de la renovación y la incorporación de actividades nuevas, y no de mantener actos que poco o nada dicen a los jóvenes. Por eso no hay que tener miedo a que entren en crisis. En algún caso, en un intento de buscar su adaptación al momento actual, hay que modificar sus formas u horarios, y si los cambios no dan fruto hay que facilitar su final quitándolos del programa oficial y abandonándolos a su suerte. Lo que en ningún caso se debe de hacer es mantener entelequias que desprestigian la fiesta, y, en un ejercicio masoquista, estar en permanente lamento.

Sería preocupante que la sociedad estellesa no tuviera vigor para crear actos nuevos que, por su propia novedad, se adaptan más a la mentalidad y forma de vida actual. Afortunadamente no sucede así: en estos últimos años hemos visto surgir iniciativas que cuentan con gran aceptación, como son los encierros vespertinos, los conciertos de la banda, la despedida de los gigantes, y el homenaje a los gaiteros. Actos, estos dos últimos, de iniciativa popular, que ponen muy alto el inicio y el final de las Fiestas, lo cual ofrece un llamativo contraste con la parálisis de nuestro Ayuntamiento a la hora de introducir novedades o facilitar los cambios.

Vacas y encierros.

En las pre-fiestas leí unas declaraciones del jefe de la Policía Local en las que decía que los encierros, si no se vuelven las vacas, pueden ser muy sosos. Algo en lo que estamos de acuerdo la mayoría de los ciudadanos, y por eso deseamos y animamos a los jóvenes a que vuelvan las vacas y den espectáculo. Antes de las Fiestas el Ayuntamiento pensó en poner puertas para parcelar el recorrido y soltar vacas, pero, como suele ser habitual, no ha pasado del verbo estar (en ello) al verbo hacer, y ningún cambio ha introducido. Al contrario: si el encierro puede ser (es) una sosada, y el Ayuntamiento permite u ordena que se encierren las vacas vueltas en el corral del puente de la Cárcel, dejando a los espectadores de Yerri sin encierro, y además hace lo posible para romper las barreras de plástico con las que se vuelven las vacas, hay que preguntarle si tiene algún interés en que los encierros sean una sosada.

Con unas puertas adecuadamente colocadas, el encierro podría estar controlado y el ciudadano se podría sentir satisfecho si, como consecuencia de ello, se soltaban vacas por la calle. En caso contrario el descontrol ha de ser cada vez mayor (este año hemos descubierto que con un simple plástico y unos petardos se pueden volver las vacas cuantas veces se quiera), y las consecuencias se pueden ver venir, como lo puso de manifiesto el incidente del lunes, a partir del cual ya no apareció la policía por la cuesta de Entrañas y los jóvenes pudieron mejorar la barrera añadiendo palés a los plásticos (Un detalle: la duración del encierro no afectaría al tráfico si los coches de la Avda. Yerri se aparcaran en batería).

Pero soltar vacas exige cambios en los horarios del encierro matutino, o reservarlas para los vespertinos, si no queremos que desaparezca otra actividad que también cuenta con aceptación, como es el espectáculo de recorte que cada día se ve en el ruedo. Por cierto, el "novillo p´a los chicos" ha sido un acto cuya recuperación hace tiempo deseábamos, y para su defensa el Ayuntamiento cuenta con el apoyo ciudadano. Ahora esperamos que recupere una actividad que durante décadas fue símbolo de nuestras Fiestas: el "novillo p´a las chicas"

Los encierros de la tarde tienen gran aceptación popular y una creciente importancia. Gracias a ellos, y no a factores que he leído recientemente, se recupera la fiesta en sus últimos días. Abandonados de la población de aluvión que nos vista el viernes y el sábado, el lunes y el martes carecen del atractivo suficiente como para que lleguen visitantes, mientras que el miércoles y el jueves, atraídos por el encierro de la tarde, cuadrillas de jóvenes acuden de los pueblos de la comarca a correr las vacas e intentar volverlas, y los adultos vienen a ver ese espectáculo (no olvidemos que nuestros pueblos están llenos de veraneantes que acuden a nuestra ciudad cuando algo suscita su atención), formándose durante la tarde-noche de esos días un ambiente que en nada envidia al del fin de semana. Por eso, si nuestro Ayuntamiento quiere potenciar las Fiestas, lo debe tener claro: ponga encierros vespertinos el lunes y el martes, y, posiblemente también el domingo. El éxito está asegurado.

Pero a veces parece que el Ayuntamiento vela más por el interés de la ganadería que por el del ciudadano, y delega en el ganadero aspectos que debería tener muy controlados. Si no, no se comprende que durante el fin de semana corrieran dos novillos junto a las vacas, con el confesado propósito de dificultar que los jóvenes volvieran las reses, y durante el último encierro, con parecida intención, se sustituyeran las vacas por novillos (capones o no, al fin y al cabo, novillos), lo cual suscita preguntas cuya respuesta debiera conocerse: ¿autorizó estos cambios el Ayto?, ¿valoró las consecuencias? Porque sea de quien sea la decisión, no se deben soltar novillos sin advertírselo previamente al ciudadano.

Fiestas de Estella (II)

Si en la primera parte de esta colaboración di mi opinión sobre las vacas y encierros, ahora expresaré lo que pienso de otros aspectos de las Fiestas.

Bajadicas y otros actos "populares".

La "Bajadica del Puy", por ejemplo, es un acto de participación muy minoritaria, que la mayor parte del tiempo degenera en gamberrada. Si, además, de esa gamberrada se derivan perjuicios para el prestigio de las Fiestas, la Banda, o los símbolos de la ciudad, hay que tener la determinación de suprimirla o, por lo menos, encauzarla. Puestos a ello, lo primero que debe de hacer el Ayuntamiento es prohibir que se vierta cualquier líquido que no sea agua, verterla sobre corporación, la Banda o los espectadores, y hacerlo con mangueras. Lo segundo es hacer coincidir su final con la salida de las Peñas y del encierro vespertino, momento en que debe de acabar la "bajadica" esté donde esté la comitiva. Lo tercero es desplazar la fiesta a la Estación (concierto de rock para jóvenes) y a la plaza de los Fueros (café-concierto para adultos), en el tiempo que media entre la subida al Puy y el encierro vespertino.

La Procesión también está en decadencia, y de ser un acto participado por todos los estelleses ha pasado a ser un desfile de grupos locales a los que acompañan estandartes que poco o nada dicen al ciudadano. Para evitar en lo posible su declive, se debe de organizar mejor de lo que se viene haciendo, responsabilidad que corresponde al Ayuntamiento, el cual debe ofrecer los medios para que no sea tan larga y desorganizada, ni para que entre grupo y grupo haya las distancias que ha habido este año. La Procesión, si queremos darle realce y facilitar su continuidad, debe ser más compacta y breve.

Las Peñas.

Conociendo mi opinión de que las Peñas deben variar su repertorio musical, uno de sus miembros me pregunto si había apreciado cambios. A partir de ese momento presté atención a las bajadicas del Ché, y observé que la peña San Andrés va por buen camino, aunque le queda bastante por recorrer, mientras que la peña La Bota no acierta. La primera tocó un variado repertorio de música festiva, mientras que la segunda introdujo melodías que rompían el ritmo y eran más adecuadas para concierto, otro público y otro momento, como pueden ser María Bonita y Sigo siendo el Rey. A todos los responsables de las Peñas les vuelvo a recomendar que visiten otros pueblos, como por ejemplo Tafalla, y observen cómo las peñas, con el mismo presupuesto, pueden ser las protagonistas absolutas de las fiestas.

Lo propongo sin tener fe en que aquí se pueda producir un cambio apreciable, y con frecuencia pienso que el ambiente de nuestras Peñas es irrecuperable, no por incapacidad intrínseca, sino por falta de voluntad o acierto. En Estella, las Peñas apenas están presentes en la calle, nada la animan, y su presencia pasa inadvertida. Con frecuencia actúan juntas, agrupando los músicos como si fueran una sola murga, y en las bajadicas del Ché (por lo menos en las infantiles) participa una sola peña, con lo que demuestran que sobra una de las dos. Si a ello sumamos que los músicos de La Bota abandonan la bajadica (el martes) nada más empezarla, dejando a madres y niños con las ganas; que la misma peña no participa en la Procesión; que la peña de turno no acompaña como debiera al Ayto infantil y durante su pañuelada y salida al balcón no emiten una sola nota... Pues qué quieren que les diga: con ese garbo, si no hubiera Peñas no se notaría.

Ellos son conscientes del problema, y observo algún intento de cambio, no en lo fundamental, sino en lo colateral. Así, La Bota organiza con éxito el Deporte Rural, aunque en competencia con "La Bombada", a la que perjudica (¿No se debería trasladar esa demostración a otro día?, ¿el martes, por ejemplo?). Este año, con loable voluntad organizó unas disco-fiesta que no tuvieron aceptación. Yo también fracasé cuando organicé conciertos de rock en la plaza de Santiago, a pleno sol, en competencia con las "corridas". En ambos casos cometimos errores subsanables. En lo que respecta a la disco-fiesta, el error fue el lugar (una cuesta no adecuada para el baile) y el poner música enlatada. Si se hubiera organizado en otro emplazamiento más idóneo, como la Estación, el frontón del Mercado Viejo, o Espoz y Mina, por ejemplo, y con uno de esos grupos de rock locales, u otro de los que surgen cada año y están deseando actuar, el éxito hubiera sido posible.

He mostrado mi desencanto con las Peñas, pero, ¿se puede hacer algo? En mi opinión, y vista su incapacidad para enderezar el rumbo, le corresponde al Ayuntamiento tomar la iniciativa. Para ello, un día cualquiera -preferentemente sábado o domingo-, y mejor aún todos los días, el Ayto debe contratar una de las dos mejores charangas de las peñas de Tafalla, para que repitan en Estella las actividades que allí realizan, poniendo su actividad como ejemplo y listón a igualar o superar por las Peñas de Estella. Si no son capaces de conseguirlo, el Ayuntamiento debe olvidarse de las Peñas, suprimir la subvención, y con ese dinero contratar charangas que den vida y animación a las Fiestas.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza