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Nota: enviada esta colaboración a la prensa el pasado 15 de abril de 2004, no ha sido publicada. NO NOS FALLES DEMASIADOEs muy difícil que Zapatero no desilusione a muchos de los que le gritamos "no nos falles". Las grandes esperanzas van siempre acompañadas de grandes decepciones, y todos los líderes en los que tanto se ha esperado, han decepcionado. Decepcionó Felipe, decepcionó Gabriel, ha decepcionado Fidel y, con él, todos los líderes de América Latina. El próximo en decepcionarnos será Lula. Quienes no decepcionan son aquellos en los que no se ponen esperanzas. Algunos, como Krichner, pueden llegar a asombrarnos por su inesperado comportamiento. Y sobre todo, nunca decepcionan aquellos a los que la muerte les llega temprana y abrupta, la mayoría de las veces por medio del asesinato político más o menos directo. Ahí tenemos al Ché, a Sandino, a Luther King, a Allende, y en menor medida a JFK. A todos ellos la muerte les llegó temprana, los sacó del banco de pruebas, y los aupó al mito. Aquellos a los que la parca no llega en su ayuda, no les queda otro camino que incumplir alguna de sus promesas y, en mayor o menor medida, decepcionarnos. Confrontados al poder económico de las grandes corporaciones transnacionales, para las que las instituciones mundiales y los poderes políticos son simples mandatarios y agentes serviles. Limitada su capacidad de maniobra al formar parte de un mundo cada vez más interrelacionado, y formando parte de instituciones supranacionales que condicionan su política, no les queda otro remedio que decepcionarnos. Por eso a Zapatero yo no le pido imposibles: no le pido que no nos falle; le pido que no nos falle demasiado. Le pido que no nos engañe; que cuando no pueda cumplir su programa, lo reconozca y nos lo diga; que sea tolerante con los débiles, con los que se equivocan, con los partidos que para corregir un rumbo equivocado tienen que saltarse varias señales de circulación. Pero sobre todo le pido que no claudique ante aquellos que anteponen su interés particular al general, e intentan erosionarlo sin importarles el cómo. Le pido que ante ellos no ponga la otra mejilla; no pierda el tiempo intentando templar gaitas, ni les deje pasar una. Le pido que sea el Presidente de todos los españoles, independientemente de a quién hayan votado, y no el Presidente de unos pocos. Le pido que, ante todo, mantenga viva la esperanza para que nunca jamás se puedan repetir políticas como las que hemos sufrido durante estos últimos cuatro años. |
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ARRIBA | © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza |
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