Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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OFICINA DE COLOCACIÓN

Toc, toc, toc. Escuchen, escuchen cómo llama el éxito a mi puerta. Y no es de ahora... Llevo más de tres años a una marcha..., que empiezo a estar preocupada... ¿No moriré de éxito? ¿No me aquejará a mí esa mortal fatalidad? Sí, verdaderamente que empiezo a estar muy preocupada. Y no lo digo por mí..., que al fin y al cabo no es nada del otro viernes ser miembro del Comité Ejecutivo del partido, de su Consejo Político, parlamentaria foral, alcaldesa de la ciudad, portavoz de la Merindad, y alguna otra cosilla más que me guardo.

Lo digo por mis chicos... ¡Ahí si que he tenido éxito!: dos de ellos han encontrado acomodo, y teniendo en cuenta que otros tres no lo necesitaban, y otro más estaba lanzado..., casi casi puedo decir que he logrado un pleno al ocho. ¡No está nada mal! De lo que alegro... Y me alegro, porque para todos ellos soy como una madre.

Sorpresas, lo que se dice sorpresas..., también me he llevado. ¡No pensaba que mis chicos pudieran atesorar tan grandes cualidades! Ahí tenemos a Rafa, sustituto y escudero fiel donde los haya. Se pasó la vida, lapicero en ristre y voz en grito, contando los baches, las baldosas sueltas, las papeleras rotas, y tantas y tantas cosas, cuando lo suyo era pasar a la historia dando nombre a un nuevo síndrome. El síndrome Rafael. Nó, nó, no me refiero a Rafael Buonarotti, aquél pintor renacentista del que desconozco si dejó registrado algún síndrome. Me refiero a mi Rafa. Al fiel escudero que guarda mi frente, mis flancos y mi espalda y me sustituye cuando voy de vacaciones. Ya le digo, Rafa, en mi ausencia haz como yo: buena sentada, palabras bonitas a la gente, al que viene con problemas le dices que harás lo que puedes, y cuantas más fotos, mejor.

No se por qué le doy esos consejos: cuando lo nombré mi lugarteniente, él solito enseguida se dio cuenta que los baches aumentaban, las baldosas sueltas salpicaban los pantalones, la suciedad se extendía, nos pintaban las paredes y hasta nos quemaban el mobiliario. ¡Cómo me iba a hacer la oposición, cuando con tanto cariño lo había nombrado! Muy pronto llegó a la conclusión de que no teníamos medios para solucionar las deficiencias, de que los estellicas eran unos vándalos y no tenían civismo, y de que como no podíamos desbloquear al pavimento ni a los ciudadanos, era mejor no hacer nada para que día a día se viera la herencia que habíamos recibido. Gracias, Rafa, por haber roto el lapicero. No esperaba menos de ti. ¡Qué grande eres!

Otra gran sorpresa me llevé con Jesús. ¡Que habilidad tiene para la metamorfosis y el disimulo! Ni los camaleones de Madagascar son capaces de adaptarse también al medio. Al principio no me fiaba de él... Me habían dicho que andaba revoloteando alrededor de los sindicatos de clase..., y eso siempre me hace recelar. Como maestra, sólo puedo confiar en los que acuden a mi para recibir mis enseñanzas. Deformación profesional, dicen algunos. Pero le di mi confianza y no me ha decepcionado. Ha sabido progresar el chico: abogado sin saber que hacer, oficial de banca nada más salir elegido, y ahora director de una sucursal que bebe vientos opuestos a los míos. Temía que por su intento de sentar plaza en el sindicato fuera como la quinta columna del socialismo, y héteme aquí que lo tengo infiltrado en el entorno vasco: en el corazón económico de Mondragón, que es donde más duele. Tengo que perdonarle el haber dejado a un lado las responsabilidades de Comercio, Industria y Turismo que le encomendé. Habría sido demasiado descarado que hubiera triunfado en esos temas dejando a los demás en evidencia. Dudo que se haya comportado así para bailarme el agua. Bastante atareado ha estado el pobre chico buscando trabajo. Aunque sólo sea por eso, el resultado ha merecido la pena.

Y Enrique, ¡hay, Enrique! A pesar de que para cuando llegué ya estaba lanzado, no ha podido consolidarse del todo... Me preocupa...Vino desde Pamplona, como abogado en paro, buscando una oportunidad que la capital le negaba. Como chica de oficialía en prácticas, estuvo haciendo sustituciones en las oficinas municipales de nuestro ayuntamiento cuando las funcionarias se cogían vacaciones. Esta era la excusa, ¡claro!, no vayan a pensar que estaba tan necesitado el chico. Lo que de verdad quería era conocer cómo funcionaba la administración para poder llegar ser un buen concejal. Buena voluntad no le faltaba, lo reconozco. Lo malo es que, como decían los clásicos, lo que la naturaleza no da, el ayuntamiento no presta. Ese es el problema. Por eso, cuando las empresas se quejan de que los pliegos están mal redactados y dicen lo contrario de lo que deben decir, les digo que tengan paciencia. Tiempo al tiempo. Lo mismo le pasa a George W. Bush, y miren donde está. Y ahora que lo pienso, se parecen, de verdad. Y no sólo porque trata a los constructores como el americano a las petroleras... También tiene un toque republicano cuando se ensaña con algunos como el tejano con Sadán. Si pudiera, hasta los vestía de naranja. Y con los don nadie, igual, igual, calcadico. Tiene futuro Enrique. Así que tendré que volver a llamarlo para que acabe con el eje del mal y termine de consolidar su futuro.

Como podéis ver, el éxito me ha sonreído casi al completo. ¡Como que estoy pensando en montar una oficina de colocación en Inmaculada Concepción! Creo que es una buena idea... Ahora que se acercan las elecciones y tengo que formar lista, ¿qué mejor cosa, que dar voces para que todo aquel licenciado que esté en paro acuda a mi llamada? Aunque no sea de aquí. ¡Qué importa eso! Lo que la ciudad necesita es que vengan de fuera a gobernarla. Así perderá ese orgullo que tiene. ¡Haber qué se ha creído! A los que vengan conmigo, claro, claro, a todos no les puedo garantizar empleo..., pero a poco vivos que sean... En fin, como con ello no arriesgo nada.. Además, si me falla la convocatoria..., siempre podré acudir al obrador para que de una masa amorfa me saque unos buenos candidatos. Y si no son buenos, tampoco pasa nada: como tengo los votos seguros, con cualquier cosa es suficiente.

Nota: preparado desde el pasado año como continuidad de "La Intrépida Rebozal", al no ser publicado esa colaboración no envíe éste a la prensa. Para los no conocedores de la ciudad, Inmaculada Concepción es la calle en la que está situado el ayuntamiento.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza