Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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Nota: esta colaboración fue publicada el viernes 2 de abril de 2004 en la edición regional de Diario de Noticias de Navarra. Forma parte de una serie sobre el proyecto de Estrategia Territorial de Navarra, actualmente en exposición pública, el cual está siendo muy contestado en Tierra Estella.

ETN: ¿Quo Vadis?, Navarra

ETN propone dividir el territorio navarro en tres áreas, una zona especial en el Pirineo, y grandes superficies de la Navarra Media que se abandonan a su suerte. Al área que corresponde a Pamplona le asignan la difícil tarea de extender su desarrollo hasta las ciudades de Aóiz, Estella y Tafalla, pero no a sus territorios, los cuales quedan subordinados a participar de las migajas que a su vez lleguen a esas pequeñas ciudades. Pero los que han elaborado el documento están tan convencidos de que su propuesta no responde a los objetivos manifestados, que esas tres áreas las fraccionan en siete subáreas que permitan "una nueva reorganización futura, bien por la agregación de algunas áreas intermedias en función del desarrollo del área central o del eje del Ebro, bien por la reasignación de subáreas". Esta cautela demuestra que Estella, a la que se le niegan los medios y le cortan las alas, se deja como trofeo a entregar al centro de desarrollo que antes la alcance: bien sea Pamplona, Logroño, o Calahorra.

A la Merindad de Estella, desgajada de algunos pueblos que adscriben a la Cuenca de Pamplona (se ve que el tañido de la campana María llega a donde nunca llegó) para abandonarlos, como lo comprobó el valle de Goñi durante la última nevada, la dividen en tres subáreas: la Ribera Media/Aragón (para los redactores, ya no existe el Ega), en un absurdo estiramiento la hacen llegar de Lerín a Carcastillo, allá en la muga de Aragón; en la Ribera Alta, no se sabe por qué, incluyen a Sorlada, municipio que ni física, ni histórica, ni económicamente ha tenido nada que ver con ella; y a la ciudad Estella le adjudican el resto, con la imposible tarea de extender su escaso desarrollo a pueblos que distan de ella entre veinte y treinta kilómetros. En esta última subárea incluyen los municipios de Acedo y Zúñiga, los cuales (Pág. 112), junto con Genevilla, Marañón y Cabredo, "comparten problemas" con los alaveses Santa Cruz de Campezo y Bernedo, por lo que sería de desear "un convenio de administraciones forales" que favorezca su desarrollo. Lo cual -otra contradicción- no es óbice para que, participando de los mismos problemas y soluciones, los incluyan en subáreas distintas. ¿Cómo pueden explicarlo?

También el Eje del Ebro lo fraccionan en tres subáreas. En este caso, porque un área tan variada, larga y estrecha, de Cortes a Viana, es absurdo que pueda ser vinculada a Tudela. Así lo reconoce el documento al señalar que, "el carácter lineal y las distancias entre extremos, casi 120 kilómetros, hacen que la heterogeneidad social y las diferencias culturales sean notables". Por eso la Ribera, divida en tres partes, la entregan de la siguiente manera: la Ribera Baja, para Tudela; la Ribera Media/Aragón, para Calahorra; la Ribera Alta, para Logroño.

Es evidente que si a Tudela la dotan de servicios superiores a sus necesidades, de forma natural su influencia se extenderá sobre Alfaro y su comarca, como ya de hecho sucede, por lo que no es necesario entregar nada a cambio. Pero, claro, tan obsesionado está nuestro Gobierno con la idea de potenciar Tudela para dotarla de "servicios de alcance regional y para las comunidades vecinas", y tan complicada ve su apuesta (El eje de cooperación del Valle del Ebro es, quizá, la apuesta más valiente de la ETN dado que, en realidad, las bases para su surgimiento y consolidación son débiles), que para el éxito de la empresa cree necesario el acuerdo con La Rioja. Y para conseguirlo se dispone a entregarle gran parte de la Ribera: de Villafranca a Cárcar quiere que gire en torno a Calahorra, para que esta ciudad adquiera, a costa de Estella, una función parecida a la de Tudela; de Sartaguda a Viana para que lo mismo ocurra con Logroño. Este proyecto, de llevarse a cabo, tendrá consecuencias muy graves para la Merindad de Estella, y también para Navarra, la cual ofrece a La Rioja "nuevas formas de colaboración interregionales como mancomunidades, programas de optimización de infraestructuras sanitarias, educativas o de transporte" (Pág. 109). Esta oferta significa que, para lograr el hiperdesarrollo de Tudela, al Gobierno no le importa desmantelar los servicios que ahora se centran en Estella, como son el Hospital Comarcal, la Mancomunidad, el Teder, el Consorcio, y otras funciones más, actuales o futuras. Tampoco le importa el ir en contra de la tendencia actual y del sentimiento de los merindanos, como lo demuestra el hecho de que Azagra y los pueblos próximos, tan cercanos a Calahorra, fleten a su costa un autobús diario para que sus vecinos puedan llegar al hospital de Estella, o como lo señala el ámbito geográfico que abarca la Asociación de Empresarios de la Merindad de Estella. En torno a las infraestructuras sanitarias, es conveniente saber que sobre el hospital de Calahorra, que no es público, sino privado, el pasado 2 de marzo decía El País algo tan elocuente como que "necesita desesperadamente anestesistas, que nunca llegan". ¿Quiere el Gobierno de Navarra, que la mitad de los pacientes del hospital público de Estella se dirijan a Calahorra para favorecer su hospital privado?

No tengo nada en contra de Tudela, a la que deseo la mayor prosperidad siempre que no sea a costa de los demás territorios. Pero es una obscenidad que, a través de un documento que debe servir para facilitar el desarrollo equilibrado y policéntrico de Navarra, se desestructuren comarcas, se dificulte su desarrollo, y se haga tabla rasa de la historia y los sentimientos para avalar posturas políticas y económicas que no tienen justificación. No creo que las gestiones con La Rioja vayan mucho más allá que las actuales, pero la obsesión de los redactores de ETN y de UPN es tal, que para hacer de Tudela una capital regional equidistante de Logroño y Zaragoza que pueda contrarrestar la influencia de ésta última ("un elemento importante y diferenciado dentro de la red urbana del Ebro es la colaboración con las comarcas vecinas para potenciar los elementos de capitalidad subregional de Tudela y que permitan la optimización de las infraestructuras actuales o futuras"), están dispuestos a entregar una buena parte de Navarra a La Rioja.

Es una evidencia que en Navarra hay dos tendencias, llenas de matices, que podríamos polarizar entre el sentimiento vasquista y el navarrista. Pero ni referente a ellas, ni al conjunto de Comunidad Foral, conozco la existencia de estudios que analicen la fuerza que puede tener en la juventud la pertenencia a Navarra. Me imagino que será muy leve en la juventud de Valcarlos, cuya vida diaria gira en torno a Francia. Tampoco será muy fuerte en la de Goizueta y Araiz, por hacer la convivencia en Guipúzcoa. Ni en la de Cabredo, por su vinculación a Álava. ¿No se da cuenta el Gobierno, que si se rompen los lazos que cohesionan la Merindad de Estella, sustituyéndolos por otros que la vinculen con Calahorra y Logroño, el cemento que cohesiona al Viejo Reino puede desintegrarse, y el sentimiento de pertenencia a la Comunidad Foral puede desaparecer en una o dos generaciones? Triste labor para un partido que llena su boca hablando de Navarra, y se dice "unión del pueblo navarro". ¿Será que para contrarrestar la influencia vasca, UPN, inducido por el PP, quiere oponer una tendencia riojana? Es sintomático: mientras el documento reconoce que para el desarrollo de algunas zonas limítrofes con la C. A. Vasca es necesaria la colaboración de las instituciones vascas, Miguel Sanz se ha dedicado romper los vínculos directos e indirectos que desde hace décadas existían.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza