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LA FIRMAAún esta fresca la tinta con la que la prensa daba la noticia de la inauguración del puente de Los Llanos, cuando algún gamberro el 28 de diciembre dejó su firma sobre los blancos pretiles de su acceso. Amparados por la impunidad que en nuestro pueblo gozan esos gamberros, ya no necesitan buscar el amparo de las sombras o la protección de una esquina: lo hacen en el punto más visible e iluminado, a escasos metros de donde "dormita" la Policía Municipal. En el nº 195 de Calle Mayor, comentando la colocación de las verjas que impiden el libre acceso al camino de ronda de la iglesia de San Miguel, señalaba el riesgo que entraña el que nuestro Ayto. renuncie a dar batalla ante el incivismo y el vandalismo que cada vez en mayor medida se manifiesta en nuestro pueblo, deteriorándolo y destruyendo la autoestima de los ciudadanos. En la citada iglesia, se pusieron puertas para impedir (?) que esos "vándalos" celebren sus juergas. Poco tiempo después, los juegos infantiles de Los Llanos fueron trasladados para que los quemen en otro lugar. Por las mismas fechas, la demanda de nuestros ancianos de que se coloquen urinarios en el parque, no es atendida por temor a que los destruyan. Ahora, ¿qué piensa hacer nuestro Ayto. con el puente para que lo que debe ser motivo de orgullo no sea escaparate de incivismo? Comentando algunas gamberradas, el concejal presidente de Servicios se lamentaba de que en nuestra ciudad pasan cosas que no pasan en otras ciudades. Y es cierto. Pero es así porque en ninguna otra ciudad el Ayto. está en retirada: desaparecido. En ninguna otra ciudad el motivo aparente de nuestras autoridades, de la Policía Municipal y de algunos servicios, es estar ahí, pasivamente, sin comprar lotería y poniendo velas a San Pancracio. En ninguna otra ciudad la oposición, en vez de trabajar como tal, parece estar confiando en que sin cuidar ni sacudir el árbol caiga la fruta, aunque el árbol pierda lozanía y el fruto se lo lleve otro. En ninguna otra ciudad el objetivo general parece ser el de disfrutar de un aparente bienestar bajo el que se esconden los síntomas de la decadencia, dejándolo ahí, a su aire, sin preocuparnos de conservarlo y aumentarlo. Esa labor desincentivadora y desmovilizadora que se nos transmite desde Inmaculada 1, tiene su reflejo en el pueblo. Estos días, la Cruz Roja se quejaba de la escasa o nula acogida que han tenido iniciativas como los juguetes solidarios o la limpieza del río. Autoridades y ciudadanos nos estamos instalando en un pasotismo superficial y en una frustración interior que traerá graves consecuencias para nuestro pueblo. Y esta espiral hay que romperla desde arriba, exigiendo a quienes cobran, que se lo ganen, no con su presencia, sino con su trabajo y esfuerzo. El pasotismo de que hablo se manifiesta hasta en los más mínimos detalles. Un pequeño armario permaneció, durante meses, junto a un contenedor de basura, a las puertas de donde vive el concejal responsable de Servicios, sin que nadie, y menos él, se molestara en retirarlo. Hace meses, en la Cuesta de Entrañas apareció un tablero de aglomerado tapando el bolardo del control de acceso a la plaza, el cual se había retirado para su reparación. Hoy ese tablero puede verse en el suelo de los soportales de la plaza de Santiago, en donde ha pasado las ferias y está pasando las Navidades. Los vecinos lo miramos y decimos, haber cuando comienza el curso nuestro Ayto., y éste, de vacaciones permanentes, parece estar esperando a que el tablero se desintegre. Volviendo al tema inicial, hace unos años unos gamberros talaron unos árboles en Los Llanos. Fueron cogidos y obligados a realizar labores sociales. La medicina debió de ser efectiva, porque ya no se talaron más árboles. ¿Es mucho pedir a nuestras autoridades que apliquen la misma receta a quienes destruyen la imagen de la ciudad a base de pintadas? Localizarlos no debe de ser difícil, pues, ahí, en el puente, han dejado su firma. Nota: esta colaboración se publicó en la edición Tierra Estella de Diario de Navarra, el 02/01/01. Las pintadas siguen proliferando en todos los puntos de la ciudad. Cuando afectan a UPN o a sus miembros, inmediatamente las borran; cuando no les afecta, las dejan que se eternicen. La prueba, la pintura que ensucia la fachada barroca del Antiguo Ayuntamiento, hoy sede de los Juzgados. Al año de verterla, aún no se ha intentado limpiar. |
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