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UNA RUINA PROVOCADANo se puede dar otro nombre a lo que ha sucedido con el Cuartel desde que el ejército lo abandonó. Ha sido una ruina tolerada ante la que muchos ciudadanos han podido escuchar el regocijo de algún miembro del anterior ayuntamiento. Cuando se marcharon los militares, una empresa local, a través del ayuntamiento y con trabajadores del INEM pavimentó la calleja del Bellviste, abrió la comunicación con la calle La Corte, derribó los edificios anejos, retejó todo el edificio principal, y tabicó todas sus puertas. El ayuntamiento habilitó aparcamientos en sus terrenos, y aunque pueda no existir constancia escrita, es de suponer que de las conversiones entre Alcaldía y Ejército saldría la autorización para el uso público de los terrenos en tanto no se les diera un destino definitivo, y el compromiso municipal de cuidar la propiedad. Al poco tiempo, algunos vándalos comenzaron a abrir huecos en los tabiques y a robar todo lo que tenía valor como chatarra, incluidos los canalones de cinc y las limahoyas, con el consiguiente destrozo del tejado. Sé de personas que cuando veían arrancar el cinc, llamaban a la Policía Municipal para denunciar el hecho, y se encontraban con que unas veces acudían y otras no, pero nunca el ayuntamiento tapó los huecos por los que entraban los ladrones. Es normal que así actuara la Policía, porque la estrategia municipal pasaba porque el pillaje, la ruina y el derribo quitaban el obstáculo para que, una vez recuperados, los terrenos se vendieran para construir viviendas. Pero aunque este destino final hubiera prevalecido, debería haberse defendido la integridad del edificio. Eso piensa, al menos, uno que ingenuamente cree que una de las labores del ayuntamiento es la defensa de la integridad del patrimonio local. No es la primera vez que se actúa de esa manera. Cuando el ayuntamiento aún no había pensado en rehabilitar San Benito para cines, se permitió que el pillaje arramplara con las verjas de las ventanas, de manera que hoy sus fachadas, en ven de estar decoradas con los hermosos hierros del siglo XVII, se ven afeadas por paneles que cubren sus huecos. También en este caso el pillaje y la ruina favorecían la estrategia de la alcaldía. Hasta hubo quién escuchó a un industrial el haber sido invitado a dar precio por el ladrillo de las fachadas. Ahora el Ejército ha aceptado la ruina del cuartel, según le demandó el ayuntamiento. Y me entristece que pueda derribarse un edificio que aún puede recuperarse para uso vecinal, sin antes haber hecho un estudio sobre su posible utilización y sobre las necesidades presentes y futuras de nuestra ciudad. Y todo ello por la pretensión de hacer una zona deportiva que el propio gráfico publicado demuestra que es inadecuada para nuestras necesidades, y, además, se lleva por delante el actual aparcamiento del Bellviste. En un escrito que envié a la prensa en el mes de junio del pasado año, hablando del Cuartel decía que en vez de ventanilla única, en ese edificio podríamos tener todas las ventanillas. En el cuartel cabe una Mancomunidad que busca un edificio singular, todos los despachos que el Gobierno tiene repartidos por pisos y bajeras, muchos servicios municipales que ahora no disponen de locales adecuados, y algunos que pudiendo haber estado en Estella, por falta de locales han tenido que ser trasladados a otros municipios (Vivero de Empresas, pos ejemplo) Si este pueblo va a más -y hay gente que hace lo posible para que esto no suceda-, cuando busquemos locales para una posible escuela de idiomas o unas necesarias facultades universitarias, probablemente lamentaremos el haber derribado el Cuartel. Nota: esta colaboración se publicó en la edición Tierra Estella de Diario de Navarra, el 13/01/01. El Cuartel ya no existe: fue derribado. |
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